martes, 29 de enero de 2008

El Ocaso de los 7 ángeles


I
Justicia
El primer ángel caerá
llorando su impotencia
al no diferenciar el bien y el mal.
Juez derrocado,
percibes los abusos
que ahora quedan sin castigo,
Haz sido cegado,
y comienza un nuevo orden libertino.
Grita, ya nadie escucha,
la violencia es ahora la justicia.

II
Verdad
Una daga es clavada en tu garganta,
arrojándote a un mar de pérfidas premisas,
aguas de realidades falsas,
donde eres carnada de mentiras.
Engaño, calumnia, hipocresia...
van de la mano y abusan de ti.
Ya no distingues las palabras,
todos escupen una mitómana verdad.

III
Amor
Agujas de un incomprensible odio
perforan tu frágil cuerpo,
semillas de repugnante reencor
crecen a tu alrededor...
¿Movías al mundo?
Éste te azota con indiferencia,
con asco...
Moribundo susurras dulces frases
que se ensucian con creciente ira.
Lo poseías todo,
más tu sacrificio incondicional
fue tu mayor debilidad,
traición...
Hay dos salidas,
perecerás con los demás
o te volverás mercancía.

IV
Esperanza
Muerte lenta y dolorosa,
comprenderas que es en vano luchar.
Estando frente al abismo,
esperar un milagro no te salvará.
¿En qué confiar?

Nada es real,
¿Hay algo después?

No... ¡No hay Más!
Creer en algo que no está,
creer que el mundo cambiará,

divina ingenuidad que traza el sendero
hacia un nuevo infierno.

V
Piedad
Besos de dolor,
caricias sin color,
una mirada agonizante
cerca de la perdición.
Tranquilidad inalcanzable,
encerrado en tu tortura,
mutilado con tal paciencia
que casi se siente la lujuria...
¡Termina con esto!
Aún no... el sufrimiento ahora comienza.


VI
Luz
El mundo se ha apagado,
cae un manto de sofocante oscuridad
cubriendo cada corazón estrangulado.
Luciérnagas y estrellas se suicidan
cayendo al mar de aguas de olvido.
Ahora los demonios que habitaban en los sueños
son libres y no se callarán.
Bello ángel de luz,
te extigues lentamente...

el negro paisaje que te absorve

no es más que el reflejo de tu mente.

VII

Paz

La guerra ha despertado,

con sus sonidos estruendosos

de gritos y llanto.
Los guerreros corean al unísono
la última melodía,
la que recibe a la muerte.
Tomen sus armas,
todos son enemigos,
no hay causa común, solo matar.
Los ángeles no intervendrán,
se lamentarán en sus tumbas

aguardando la culminación de la batalla.
No habrá vencedor,
se derramarán lágrimas de sangre,

y después solo un imponente hedor
indicando que ya es tarde...

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