martes, 6 de mayo de 2014

06 Mayo

Cada día trae consigo la necesidad de definirse. De mantenerse en pie aunque las piernas tiemblen, de aguantar lágrimas y manoteos mientras encontramos la cura al virus de la desesperanza.
A veces una quisiera quedarse siempre en un abrazo, guardar todas las estrellas, mirar todos los amaneceres, estar en cada sitio donde se requiera, como si no nos cansáramos, como si siempre se avanzara. Una quisiera poder hacerlo todo.
Luego llegan las nostalgias con sus respectivas dudas. Y no hay que detenerse mucho a pensar en lo sencillo que era planear una huida, o en lo poco que duraban las tristezas, o en el tamañito que tenían aquellos monstruos propios.
Hay que convencerse a cada rato de seguir rompiendo silencios, aunque la voz se quiebre, de seguir arrojándose, aún si una llega a perder todas sus piezas, de seguir amando aunque el miedo sea tal que lo vomitamos por cada poro...
Es eso, es necesario definirse y asumirlo, aunque se dejen tantas, tantas cosas...

Y hoy todo esto me parece terriblemente triste.