martes, 17 de mayo de 2011


Él contaba otra historia

mientras ella trazaba un nuevo sueño,

luego las caricias se encontraron,

los conejos llegaron a la Luna,

el Sol azteca envolvió a su hijo

y en algún lugar temblaron las pirámides,

pues el corazón de la tierra

latía más y más con cada respiración agitada

de aquellos cuerpos que se amaban,

por vez primera,

entre los campos de maíz,

como en honor a tantos dioses,

como si fuese la última,

como si el mundo estallara ahí mismo

y abriera su vientre para parir

una nueva era...