miércoles, 23 de enero de 2008

El fin de una era


Voces fantasmales impregnan el ambiente,
provienen desde la abismal oscuridad,
anuncian fin y principio, vida y muerte,
son la promesa de que todo cambiará.

El cielo se viste con brunas cenizas
mientras se extinguen una a una las estrellas.
En el río se distinguen los cuerpos suicidas
de un centenar de mitigadas luciérnagas.

Transmitiendo gran furia los mares se inquietan,
golpean con gran fuerza ciudades de piedra,
sus aguas negras se vuelven tormenta,
callendo violentas sobre cada conciencia.

La tierra se sacude vehemente,
su cuerpo ahora se encuentra agrietado,
surgen llamas vueltas torrente;
una era ha llegado a su ocaso.

El aire se vuelve denso,
la mañana huele a tristeza, a melancolía.
se pierde todo sentido del tiempo,
los pulmones que inhalaban se marchitan.

Del gran árbol de la vida
cae ya la última hoja,
y los dioses se disputan
quien sembrará la próxima semilla.

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