Hay momentos en que
se vuelve inútil decir "te quiero",
o "te extraño",
por encontrar vacía
esa combinación de letras,
ltras mudas, frías,
insensibles,
y resulta tragicómico
esa búsqueda de contenido,
cubriéndolas con más letras,
acomodándolas entre esta
y aquella línea,
o después del punto,
o antes de tal frase.
Una sencillamente calla,
descubre otro tipo de silencio
-y de distancia-,
se llena de impotencia,
y de rabia, y de ternura,
y de fragilidad,
aunque no salga trazo ni verso
alguno.
Y una quiere, sí,
y extraña, extraña mil veces
por cada respiro
y otras mil por cada manoteo
enfurecido
por entender lo pequeñitas
que resultan a veces las palabras.
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