martes, 22 de diciembre de 2009


Es cierto, el horizonte
parece cada día más negro,
y llega una violenta corriente
de indiferencia
que permite avanzar el incendio,
que llena de cenizas el alma.

Seguimos asustados
corriendo en círculos,
sin lugar a dónde ir,
preguntándonos qué hacer
con esta rabia,
esperando el rescate
de quién sabe quién,
aunque ya no confiemos en nadie.

Y con todo y los puños apretados
y el grito en la garganta,
permanecemos inmóviles,
indefensos ante el monstruo,
sabiéndonos abandonados, adoloridos,
con hambre, sin nombre,
y con los sueños en coma.

Susurramos peligrosas palabras;
"justicia", "igualdad", "libertad",
"revolución"... "amor".
Pero ellos nos las compran,
nos dejan casi vacíos,
con alguna moneda
que nos vacía más...

Hemos naufragado
y parece muda nuestra desesperación.
Lloramos escondidos,
no oímos que el otro también llora.
En esta cárcel estamos todos,
más solos que nunca,
arrojando botellas de auxilio
a un mar sin olas
y lleno de peces muertos.

El horizonte parece cada día más negro,
pero seguimos tarareando
en voz baja la esperanza.
Quizá algún día,
más temprano que tarde,
descubramos que cantamos
la misma canción.

1 comentario:

Alquimero dijo...

TUS REFLEXIONES ME EMPAPAN, ME CONTAGIAN. Y ASI, INMOVIL, ES QUE PIENSO Y PIENSO EN QUE ES LO QUE NOS UNE Y NOS SEPARA.
LA PALABRA ES MI CANCIÓN, INCOMPRENDIDA O ADMIRADA, CENSURADA O APLAUDIDA; LA PALABRA, ESA QUE ESCAPA DE MI CLOACA MAS ONDA, ESA QUE AUN DESAFINADA BUSCA UN OIDO INCAUTO CON QUIEN FORMAR UN DUETO.