Todo el tiempo, en todo espacio,
esos fueguitos de los que hablaba Galeano
arden con tanta fuerza que nos recuerdan
que la vida está ahí; resistiendo, existiendo,
ondeando con coraje y alegría
sus inmensas ganas de
quebrar con un apabullante NO
los espejismos del dinero y de la sangre,
de alzarse digna y tomar el mundo
-o los mundos del mundo-
y trazar su propio destino.
Todo el tiempo, en todo espacio,
esos fueguitos nos recuerdan
que ni el peso de tanta derrota
nos apaga la esperanza.
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