Me aferro a tu abrazo
pretendiendo que todo está bien,
que los años no nos han cambiado,
que ni la vida ni otros cuerpos
podrían borrar lo que tus lágrimas
y mis manos, cosecharon
Me aferro y digo,
quizás me miento,
que eres esa misma transparencia,
que soy la misma niña
-tal vez con más heridas-,
que eres esa pequeña planta
que se rehusó a soltar su rama
y caer, caer, caer...
Me aferro a ese recuerdo
de nuevas amistades
y dos amantes,
al te extraño y al te quiero,
a un mar parido en una pincelada
y a los kilómetros de ausencia
y de instantes...
Es que me aferro a eso,
a seguir siendo tu instante
y tu circunstancia,
y a que esos sueños que
sembré en tu piel
cuando olvidé el camino,
jamás se marchiten...
Y me aferro a tu abrazo,
o siquiera a tu sexo,
pues puede que sólo quede la carne,
pero, al final, puede que la carne sea todo...
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