Hoy sé de distancias y de ausencias,
lo cual gesta recuerdos y ansiedades,
luego uno de esos malestares
que no sé bien si están en el estómago,
en la cabeza, o más adentro, más al pecho...
Eso de estar siempre en movimiento
me fascina en el campo de lo teórico,
pero en la vida diaria
suele resultar de lo más cansado...
y busco la caricia que está
a no sé cuantos kilómetros,
el abrazo que no puede ser
desde hace algunos -pocos- años,
o las estrellas que pegué
en ya no recuerdo cuál techo...
para terminar conversando con mis fantasmas
y escupirles los pocos ánimos que tengo,
haciendo notar que algo anda mal,
pero evitando hablar del qué tan mal...
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