Un trozo de papel es la escena,
un lápiz sirve como arma...
Las palabras se tornan color rojizo,
y en cada verso hay una pieza de su alma.
Un alma rota, cansada de soñar,
de dibujar con agonizantes letras
mundos que jamás conocerá.
Sus lágrimas son tinta
que derrama por las noches en silencio,
la hoja se convierte en triste historia
y protagoniza su escalofriante cuento...
Es el poeta, un suicida,
muriendo un poco en cada poema,
desangrando con rimas sus frágiles venas,
convirtiéndose en verdugo y en víctima.
No escribe sobre el amor,
compone ovas a la muerte,
canciones para el dolor.
Se ahorca lentamente
con sogas de expresión,
se arroja vehemente
a un mar de desesperación.
Es el poeta, un suicida,
dejando vida en cada frase,
en cada oración,
narrando un llanto moribundo
que concluye con un grito desgarrador.
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