Que ganas de salir de nuevo,
con el brillo de los ojos en alto,
muy en alto,
extendiendo la esperanza como alas
para encontrarte allí, volando.
Levantar los puños apretados
de tanta ira, de tanta pena,
de tantas ganas de verme a tu lado
engañando al frío cada madrugada.
Leer luego las notas en tus labios
y pese a sus obras teatrales
saber de quienes no renuncian
a librar desventajosas luchas.
Nutrirnos con peligrosos sueños
-peligrosos para ellos-
arrancarnos toda amnesia,
las cadenas y los miedos,
tomarnos de la mano y avanzar.
Que ganas de sabernos contentos,
enteros, rebeldes y siempre firmes,
amándonos a media calle,
con los nuestros, con el pueblo.
martes, 16 de agosto de 2011
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