Había sido un momento esperado, aunque de esas esperas silenciosas y discretas, esas que se callan para no tambalear cosas importantes...
¡Cuántas veces ocultaron su deseo en un recurrente juego que ante los presentes resultaba simpático! Y es probable que en un principio haya sido así, sin intenciones de llegar más allá de un rato de risas para todos. Pero en algún punto de la interpretación, las máscaras fueron volviéndose demasiado reales, ella se sonrojaba y él seguía mirándola, talvez la obra dejaba de ser sólo eso, a tal punto que ahí etaban esa madrugada, cubriéndose del frío con no más que sus brazos...
La noche anterior fue de cerveza y amigos (quizá en parte los tragos les tenían ahora ahí). Entonces, las insinuaciones que, aunque disfrazadas, no tardaron más que ella en desnudarse. Y ahí estaban, dando vida a situaciones antes imaginadas... Besos, caricias, cuerpos en movimiento, abrazos, palabras bonitas... Luego a dormir como si el universo entero descansara en su misma cama. "¡Qué linda noche!" pensó ella.
Por la mañana, ambos toman sus teléfonos celulares y buscan lavar culpas (la belleza no siempre vence a la conciencia...), "hola, amor, anoche no pude llamarte, bla, bla, ten un lindo día, bla, bla..." Se miran, desayunan, y saben que dependerá del azar que aquello se repita. Sonríen dándose las gracias por el "principesco viaje" y se aman por un momento...
viernes, 29 de octubre de 2010
martes, 12 de octubre de 2010
.
Que mi boca grite alto, que blasfeme,
que escupa la ira de los oprimidos,
que siga tarareando las melodías prohibidas,
y que logre convertirse en el más puro conducto
entre nuestros besos clandestinos.
Que mis ojos no declinen
ante la barbarie que presencian,
que no pierdan de vista el dolor
de los corazones sembrados en la tierra morena,
que lloren verdades, pero sin nublar el camino,
que descancen cada noche en los tuyos.
Que el ruido no fragmente mis ideas,
que sus mentiras no se impongan al sonido
de la lluvia o de los grillos,
que el silencio no se vuelva otra herramienta de matar
y que tampoco se acurruque en tus palabras.
Que estas manos se transformen
en artesanas de un mejor futuro,
que desgarren el telón que oculta
hambres, fríos y soledades,
que dibujen, con caricias,
en tu cuerpo un "te quiero"
¡Y que mis versos transgredan las distancias!
que escupa la ira de los oprimidos,
que siga tarareando las melodías prohibidas,
y que logre convertirse en el más puro conducto
entre nuestros besos clandestinos.
Que mis ojos no declinen
ante la barbarie que presencian,
que no pierdan de vista el dolor
de los corazones sembrados en la tierra morena,
que lloren verdades, pero sin nublar el camino,
que descancen cada noche en los tuyos.
Que el ruido no fragmente mis ideas,
que sus mentiras no se impongan al sonido
de la lluvia o de los grillos,
que el silencio no se vuelva otra herramienta de matar
y que tampoco se acurruque en tus palabras.
Que estas manos se transformen
en artesanas de un mejor futuro,
que desgarren el telón que oculta
hambres, fríos y soledades,
que dibujen, con caricias,
en tu cuerpo un "te quiero"
¡Y que mis versos transgredan las distancias!
viernes, 8 de octubre de 2010
lunes, 4 de octubre de 2010
¿Escuchas, amor, el eco de sus pasos
al tomar las calles?
¿Escuchas cómo empuñan
un fusil, una palabra?
¿Sientes su mirada bien clavada,
decidida a no rendirse, sobre ellos,
sus verdugos?
Ellos, los que no son como nosotros,
se acercan cual bestias hambrientas,
sé que son menos, pero
¿por qué parecen tantos?
¿sientes el odio con el que torturan
cada uno de sus huesos?
¿hueles la sangre? ¿la hueles?
Dime, amor, ¿dónde están los desaparecidos
a quienes aún espero?
¿dónde sus cuerpos, dónde sus sueños?
Cada noche escucho los tanques,
aunque juren que la guerra ha terminado,
y en el silencio del noticiero diario
logro distinguir sus gritos,
esos que bien podrían ser nuestros,
o que ya lo son, pues vivimos también
con un arma apuntando
eternamente a nuestra sien,
¿la sientes?
Tengo miedo, amor, de que
nos dejen sordos, ciegos y mudos,
de que disparen sin que nos demos cuenta.
al tomar las calles?
¿Escuchas cómo empuñan
un fusil, una palabra?
¿Sientes su mirada bien clavada,
decidida a no rendirse, sobre ellos,
sus verdugos?
Ellos, los que no son como nosotros,
se acercan cual bestias hambrientas,
sé que son menos, pero
¿por qué parecen tantos?
¿sientes el odio con el que torturan
cada uno de sus huesos?
¿hueles la sangre? ¿la hueles?
Dime, amor, ¿dónde están los desaparecidos
a quienes aún espero?
¿dónde sus cuerpos, dónde sus sueños?
Cada noche escucho los tanques,
aunque juren que la guerra ha terminado,
y en el silencio del noticiero diario
logro distinguir sus gritos,
esos que bien podrían ser nuestros,
o que ya lo son, pues vivimos también
con un arma apuntando
eternamente a nuestra sien,
¿la sientes?
Tengo miedo, amor, de que
nos dejen sordos, ciegos y mudos,
de que disparen sin que nos demos cuenta.
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