viernes, 21 de marzo de 2014

"Sin clavarse."

Quizá no he entendido
que la carne es carne,
y que el sexo por sí mismo
no requiere excusa
o explicación.

Quizá me sigue pareciendo poco
que el movimiento de los cuerpos
deje a un lado la dialéctica
transformación
de lo inferior a lo superior,
y que tras el calor,
los besos, las caricias,
el sudor y los gemidos,
pretendamos ser los mismos,

como si ese grito se perdiera,
como si ese grito no rasgara
la fragilidad del diario,
como si los gritos no fueran
el preludio de algo nuevo,
otro, distinto.

Quizá no me trago 
esa constante advertencia
de no permanecer,
de tener prohibido quedarme
en uno u otro cuerpo,
en uno u otro abrazo,

de tener que regresar 
por donde mismo,
cuando siempre pierdo los caminos.

No me quedo, es cierto,
pero me voy distinta,
y dejo sueños sembrados
por si de pronto 
alguien quisiera cosecharlos
y algún susurro me invitara a volver.