lunes, 6 de abril de 2015

Te extraño.
Y con ello quiero decir
que extraño mis manos
en tu cuerpo,
mis ojos en los tuyos,
tu sexo en el mío.

Extraño tu carne y tu silencio,
ese silencio roto sólo por el placer.

Te extraño en mi boca,
en mis senos,
en mi palabra,
en mi presente.

Extraño tu voz precisa
y mi urgencia de estar en tu cama,
tu olor penetrándome por cada poro,
por cada orificio, por cada sueño
nacido del abrazo nocturno.

Te extraño, te digo,
y me refiero también
a que extraño nuestras humedades
derramadas en una sábana
de espasmos y utopías.

03/04/2015